La República Federativa de Brasil tiene una superficie de 8.511.965 km2, ocupando la mitad del área de América del Sur. Está limitada al norte por Venezuela, Guyana, Surinam, Guayana Francesa y el Océano Atlántico; al este por el Océano Atlántico; al sur por Uruguay; al oeste de Argentina, Paraguay, Bolivia y Perú y al norte de Colombia. La república tiene frontera común con todos los países de Sudamérica excepto Chile y Ecuador, sus líneas fronterizas son de 14.691 km, 7.941 km de extensión de sus costas. Brasil es el quinto país más grande del mundo. La distancia máxima de norte a sur es de 4.345 km y de este a oeste de 4.330.

Brasil es el único país de América Latina que habla português.

El número de personas en situación de pobreza extrema en Brasil pasó de 13,34 millones en 2016 a 14,83 millones el año pasado. El dato, que reveló un alza del 11,2% en el índice, fue levantado por la empresa LCA Consultores con base en los datos de la Encuesta de Rendimiento.

Por esta razón dos de nuestros adherentes, han decidido focalizarse en una comunidad específica la cual está sumamente afectada por dichos índices. Nosotros como asociación pudimos crear lazos con Edna y Jean Michel para ayudar a los niños de la comunidad de Cocal.  

Cocal también conocido como Cocal de la Estación, es un municipio brasileño del estado de Piauí. Su población estimada en 2004 era de 24.866 habitantes. Tiene una superficie de 918,68 km² y se encuentra a una altitud de 160 metros.

Pero dejemos que sean ellos quienes nos cuenten.

Me llamo Jean-Michel y soy francés, mi esposa Edna es Brasileña. Our casamos el 2014 y ambos estamos jubilados desde el 2016. Con nuestros horros hemos comprado en el noreste de Brasil entre Teresina y Altos, una pequeña propiedad rural retirada de la ciudad.

Actualmente vivimos entonces entre Brasil y Francia.

Alrededor de nuestra propiedad existen comunidades en las que las familias viven en pequeñas casas, algunas de ellas construidas con tierra, el techo de paja o hojas de palmeras y el suelo de tierra. 

Luego de muchas visitas y conversaciones logramos conocer a estas familias, rápidamente pudimos darnos cuenta  que viven en condiciones de pobreza y a menudo no poseen un trabajo fijo. Su alimentación se basa exclusivamente en arroz, caraotas y huevos, prácticamente no se consume ningún tipo de carne.

Edna y yo necesitaba actuar para ayudar a salir de la miseria en la que se encuentran porque lo merecen realmente, son personas muy gentiles siempre dispuestas ayudar e incluso compartir lo poco que tienen.

Hemos descubierto recientemente que muchos niños no van a la escuela, porque los padres no tienen el dinero necesario para comprarles zapatos y materiales escolares. Es por esto que necesitó donar  school kits (cuadernos, lápices, colores, borras, pega, etc), comenzamos el año 2016 con una decena de niños, el 2017 duplica la cantidad, el 2018 repartimos una treintena y este año 70 niños fueron beneficiados. Su alegría, sus sonrisas y el brillo de sus ojos nos dan un enorme placer.

Somos conscientes de que podemos ir más lejos, sabemos que faltan familias que no han recibido ayuda, pero esperamos que podamos seguir dando lo mejor. Estamos contentos del convenio que hemos hecho con Yanapanaku porque sabemos que esto nos ayudará a seguir déarrollando esta maravillosa labor y otros ambiciosos proyectos que tenemos en mente, como la creación de una biblioteca y un espacio educativo, que son imperativos ya que no hay internet en la localidad donde se dificulta el aprendizaje y acceso a la información de los jóvenes de la comunidad.